Con esta expresión o refrán español, se señala coloquialmente a aquella persona que cree que se encuentra en una posición de superioridad por razón de su origen o de su linaje.
No me gustaría que nadie pensase que puedo plantearme esa supuesta superioridad, pero en mi caso concreto sí puedo decir que la expresión, no el sentido de la misma, se podría aplicar con literalidad: desciendo de D. Rodrigo Díaz de Vivar, personaje que pasó a la historia con el sobrenombre de Cid Campeador.
Muchos, como yo, descendemos de Don Rodrigo Díaz de Vivar. Si se tienen en cuenta la cantidad de cientos de años que han pasado desde su muerte y los innumerables descendientes que generación tras generación han ido poblando las tierras de España y seguramente de otros muchos países los descendientes del Cid con toda seguridad, somos muchos. Pero no son muchos los que saben que realmente descienden de un personaje tan legendario de nuestra historia. Soy quizá de los pocos que sí lo saben.
Por supuesto, no por ello me creo superior en nada. No tiene más mérito que el haber nacido en de los padres de los que he nacido. Y en eso yo no tengo ningún mérito. Puede que algunos lo consideren una broma y otros lo vean como una anécdota, pero es simplemente verdad.
Pues bien, aprovecho esta referencia a personaje tan conocido y respetado de la historia de España, para hablar en este apartado del Blog de una parte poco conocida de mi vida, que tiene que ver con hechos relevantes realizados por antepasados míos, que en su día fueron recompensados o no por sus Reyes y cuya memoria me ha tocado honrar.
Por varios de esos hechos relevantes, algunos de mis antepasados fueron honrados con títulos nobiliarios y algunos de estos títulos, años o más bien, siglos después, recayeron en mi persona. Sin otro mérito por mi parte, como decía antes, que haber nacido hijo de mi padre.
Ahora bien, no puedo dejar de tener presente que estos títulos nobiliarios otorgan honores que son reales. Me siento orgulloso de ellos y siento especialmente un obligado respeto a la memoria de aquellos que de verdad los merecieron y para los que fueron creados. Es por ello por lo que intentaré en este apartado hacer breves repasos de estos títulos, de parte de la historia que hay detrás de ellos, así como de algunos de los méritos de mis antepasados y también, cuando tenga oportunidad, algunas historias de la historia, algo a lo que soy aficionado.
Este tirar un poco de “la pata del Cid” es probable que también ayude a ilustrar el por qué, con algunos de los proyectos en los que me involucro, pretendo contribuir con mi pequeño granito de arena a realizar cosas de provecho, que creen riqueza, ayuden a mejorar la calidad de vida de los que me rodean y en la medida de lo posible, dejen un mundo mejor a las generaciones que vengan detrás nuestro. Haciéndolo no espero mayor reconocimiento que la satisfacción personal del deber cumplido.
Al hablar de estas cosas, no puedo olvidar a mi padre y dedicarle un recuerdo. Hombre de otra época, algunos de sus amigos le llamaban “Reforma Agraria” por ser el Marqués de Mejorada del Campo, a quien le tocó vivir la transición entre la vieja y nuestra nueva España, con una gran inteligencia y un humor inagotable, que se casó enamorado de la hija de un gran industrial español que nunca lo supo entender, fueron enormemente felices los dos, tuvo con ella siete hijos y se dejó morir de una enfermedad a los pocos meses de perderla en un accidente, cuando contaba mi madre sólo 33 años de edad y el 46.
Fue Conde de Floridablanca, Duque de San Miguel, Marqués de la Cañada, Marqués de Mejorada del Campo, Marqués de Hinojares y Marqués de Colomo. Repartió sus títulos entre sus hijos cuando falleció y a mí me tocó recibir por disposición suya, como primogénito varón, el título de Conde de Floridablanca, con Grandeza de España.
Posteriormente cuando murió su único hermano, mi tío Alfonso Castillejo que estaba casado con la Duquesa de Cardona, hija menor del Duque de Medinaceli, de él recibí los títulos de Marqués de Aldama, también con Grandeza de España y el de Conde de Armíldez de Toledo. Pocos años después, al morir una hermana de mi abuelo, mi tía Consuelo Castillejo, viuda del Marqués de Murrieta, también recibí de ella el título de Conde de Fuente del Sauco.
Por si no fuera poco, para añadir un poco más de condimento a esta divertida salsa, me casé con una fantástica mujer, hija del Duque de Ahumada, que a su vez desciende del Gran Emperador Moctezuma de México.
Por otra vía diferente a la del Cid, desciendo también de uno de nuestros conquistadores: Hernán Cortés.
Casi 600 años después por tanto la sangre del Cid, de Hernán Cortés y del Gran Emperador Moctezuma se han reunido por primera vez en la historia fuera de los campos de batalla y corre por las venas de nuestros seis hijos. ¿Interesante o no?
En pocas palabras, como pueden ver, ha sido toda una declaración de intenciones el llamar a este apartado del Blog “la pata del Cid”. Ojalá el tiempo, las investigaciones que mi pocos ratos libres me permitan hacer y la colaboración y ayuda de otros, me dé la oportunidad de ir desarrollando temas que puedan ser de interés y ayuden a conocer a quienes lo lean algunas cosas interesantes que otros hicieron.
No pretendo otra cosa comentando todo esto.
Muy interesante, Valoro su trabajo investigativo. Me complacería mucho si nos hace una entrega de la historia del Cerro de Potosí (Bolivia).
Un saludo.
He llegado a esta página buscando la expresión ‘pata del Cid’. Imparto clase de Biotecnología y dedico siempre el primer día a contar a mis alumnos la curiosidad de que todos descendemos de la pata del Cid (en este caso ellos no lo saben), calculando el número de antepasados que tendríamos andando por ahí en la época del que en buena hora nació (hago una pequeña trampa que luego les desvelo, porque desdeño el tema de la consanguinidad y los antepasados comunes). Y me ha encantado su historia.
Disculpe
Como se puede averiguar si se es o no descendiente del Cid o algun otro personaje celebre?
gracias de antemano.
Hola Gerardo!
En mi caso lo pude saber investigando en los árboles genealógicos que pude encontrar de mis antepasados. Tuve la suerte de que lo teníamos en mi casa, pero actualmente cada vez hay más programas informáticos relacionados con la genealogía. Es cierto que algunos cobran por obtener la información y todavía no tienen mucha información antigua, pero estoy seguro que con el tiempo eso irá mejorando.
Un saludo,
José María
Joder Castillejo, te lo has quedado todo, no dejas para buscar nada. Yo sé algo de mis antepasados, unos castellanos y otros galaicoleoneses. Tiedra y Fuentes de Ropel, es decir, Valladolid y Zamora y los de aquí originarios de Moretón, un pueblo inglés cerca de Oxford. Algunos militares, un general que diseño el Canal Bierzo y estaba un poco majareta. Pero sobre todo, muchos agricultores, guarnicioneros, mecánicos, etc. Esta es mi particular «pata del Cid, y a mi me gusta mucho más que la de la nobleza vaga, exploradora y con frecuencia hasta ecriminal, sobre todo en la última guerra civil. La nobleza, aliada en su conjunto al Caudillo, no fueron angelitos precisamente, los de la pata del Cid dieronn caña a los pobres desgraciados andaluces, extremeños, castellano manchegos por tener la osadía de trabajar tierras que los de la pata del Cid tenían abandonadas. No te confundas Castillejo que la Reforma Agraria la diseño Pascual Carrión y el ministro de la República Marcelino Domingo que no eran de la pata del Cid. Ya está bien de contar chismes nobiliarios «inocentes». En este país la nobleza terrateniente de la pata del Cid ha sido la clase opredora que mantuvo al país en el atraso secular y masacró a campesinos. Obreros y gente corriente hasta la saciedad. Mejor esvonde tus jodidos orígenes que no son graciosos sino criminales. Y tú, no lo sé, pero seguro seras una extraordinaria perdona, eso si, que sólo mira para donde le interesa.
Se me olvidaba lo fundamental es que a ti, no a tu estirpe, te estoy agradecido hasta decir basta porque les has dado a mis nietas algo estupendo que forma parte de sus vidas. El último Pocoyo que les regale es enorme y la pequeña duerme sobre el a diario. Y los pocoyos pequeñitos pululan por toda la casa y las son películas don sus preferidas. Y eso que has hecho tiene un valor incalculable, para los niños y para la industria y el comercio. Supongo que sabes de sobra que el mito del Cid era sólo eso, un mito, en realidad era un espadón mercenario que luchó contra los árabes y a su favor según quien le pagará mejor y personalmente era un auténtico cafre. Ah, y el Cantar de Mío Cid un cuento chino de incalculable valor literario. Un saludo.
Hola Enrique!
En primer lugar, gracias por tus palabras acerca de lo logrado con Pocoyo. Te agradezco que compartas conmigo lo mucho que Pocoyo está pudiendo ser de ayuda para el crecimiento humano de tus nietos y también para tus hijos en el cuidado de sus hijos.
Pocoyo ha sido desde luego un proyecto muy enriquecedor y, gracias a Dios, hemos tenido la oportunidad de crear y desarrollar algo mucho más grande que todos nosotros, que con toda seguridad podrá ser de ayuda para muchas otras generaciones.
Acerca de la nobleza he de decirte que en algunas cosas, sin lugar a dudas, estoy de acuerdo contigo. Ha habido bastantes casos en la historia de nuestro pueblo en los que los nobles no hicieron gala de su supuesta nobleza y no se esforzaron por mejorar todo lo que se deberían haber esforzado. Sin lugar a dudas, el trabajo es de las cosas que más ennoblece a la persona. Educa, crea riqueza, aporta valor y permite que la sociedad y la gente crezca. Y muchos de entre los nobles en el pasado no se preocuparon por hacerlo. Es una pena, sin lugar a dudas. Si lo analizas esta bastante ligado a la condición humana: cuando uno piensa que lo tiene todo, la tentación de no esforzarse es importante. Hoy sigue pasando con los descendientes de la «nueva nobleza» o «nueva aristocracia». Piensa tú mismo en quien puedo estar pensando. Pero esto no creo que deba generalizarse. Tampoco creo que sea bueno hacer un juicio de épocas pasadas sobre la base de conocimientos presentes.
Ha habido también en nuestra historia magníficos ejemplos de nobles que dedicaron su vida a ayudar a los que tenían a su alrededor. Lo triste de esto, de cara a poder argumentarlo, es que muchos de ellos lo hicieron sin decirle a su mano izquierda, lo que estaba haciendo la derecha. En mi familia tengo ejemplos de personas que ayudaron a transformar el país y convertirlo en el lugar extraordinario que ahora es. El Primer Conde de Floridablanca es un ejemplo de ello. Ya él empezó con determinadas Reformas Agrarias, además de otras muchas reformas en beneficio de los menos favorecidos. Pero no sólo él, tengo otros muchos que a lo largo de generaciones hicieron otras muchas cosas: fundaron colegios para dar educación a personas que no tenían acceso a ella, dieron becas a universitarios sin recursos, construyeron Hospitales y desde luego desarrollaron industrialmente sus tierras. Algunos incluso hasta llegar a arruinarse en el intento. Y conozco a bastantes más, también de entre la nobleza titulada española, que la Historia nunca les hará un lugar pero que con toda seguridad si se lo habrán ganado en ese otro lugar al que todos terminamos llegando cuando morimos y en el que nos preguntan no por quienes somos o qué tenemos, sino por qué es lo que hicimos por los demás.
No soy partidario de generalizar. En todos los colectivos hay gente buena y gente menos buena. Cuando generalizamos, nos equivocamos. La Historia es muy rica en este tipo de ejemplos tristemente.
Lo del Cid, como muy bien has entendido es una manera de poner de relieve un hecho peculiar. Es cierto que puedo probar esos vínculos de sangre, pero en mi caso es más la anécdota que la importancia del vínculo sanguíneo lo que me interesa. El Cid no es ni siquiera el modelo perfecto, como también muy bien has identificado: terminó siendo un espadón a sueldo. Pero forma parte indeleble de nuestra Historia común y hay determinados valores que encarnó en su vida de los que sí podemos sentirnos orgullosos.
Al final en mi humilde opinión se trata de, en la medida de lo posible, dar cada uno de nosotros a nuestros descendientes el mejor ejemplo de vida que podamos darles. No son las palabras, ni tampoco la Historia. Es nuestra vida. Por eso yo creo que hoy en día no es ya tan importante la cuna. Sin duda puede ayudar o dificultar. Pero lo importante es lo que después hacemos cada uno.
Hola soy de Costa Rica y gracias a páginas como familysearch he podido armar mi árbol genealógico y muy grande, jamás pensé encontrar un árbol tan completo con tantos siglos atrás, al principio pensé que solo vería unos dos cientos o tres cientos años atrás como mucho, en fin, mi primera sorpresa el año pasado fue encontrarme varios conquistadores importantes en Costa Rica, como Gil Alvarado, Juan Vázquez de Coronado entre otros. La cosa es que entre muchos ancestros aún más atrás del XVI empecé a encontrar personas con ciertos títulos hasta reyes, me sorprendió pero en mi fondo pensaba que tal vez había algún error e el árbol. Seguí avanzando hasta algo inimaginable para mí, me encontré que soy descendiente del cid hace 37 generaciones atrás ( si es que no me confundí al contar) quedé completamente admirada ya que soy una persona que le encanta la historia, siento un fuerte deseo por conocer mis orígenes, su historia etc y encontrarme a un personaje que desde niña me ha llamado tanto la atención me dejó impactada y ciertamente orgullosa de ello, claro también me sentí alegre al ver tanta información histórica en mi árbol pero la reacción que tuve al ver a Rodrigo Diaz de vivar no sé compara con nada. Saludos desde Costa Rica,
Enhorabuena Evelyn!
Efectivamente siempre es muy bello poder llegar a explorar cuáles son nuestros orígenes y quienes son nuestros antepasados. A fin de cuentas, sus historias forman parte de las nuestras. Y eso nos puede hacer sentirnos parte de un mundo que en muchas ocasiones fue y sigue siendo impresionante.