Este curioso castillo, construido parece ser por los árabes, no se encuentra en lo alto de un cerro o en un lugar de fácil defensa. Se encuentra en una vaguada, lo que lo hace especialmente llamativo.
Su misión era defender un manantial de agua, el de la fuente de las Aguzaderas, que brotaba en medio de donde está el castillo erguido. Y el agua en esta zona de intensas guerras durante cientos de años entre árabes y cristianos, era desde luego un bien preciado y esencial.
Hay datos conocidos de la presencia del castillo ya en el siglo XIV, y se tiene constancia de modificaciones en el mismo en los siglos XV y XVI.
El castillo pertenece al término municipal de El Coronil, en Sevilla. En la carretera de Utrera a Ronda, a la altura de la salida a El Coronil, está muy cerca de la propia carretera. Hoy está rodeado de campos de trigo y girasol y tiene cuatro o cinco casas a su alrededor.
Es sin lugar a dudas uno de esos castillos que merece la pena visitar. No tiene tras de sí grandes historias, ni grandes hazañas de las que se pueda hablar, pero sí sobrecogedores silencios que acompañan cuando subes por las escaleras de la torre del homenaje y una bellísima vista de la campiña andaluza desde lo alto.
Está muy bien mantenido en sus muros y en el interior se puede perfectamente imaginar cómo se distribuirían los soldados entre zonas de alojamiento, zonas de entretenimiento, trabajo y defensa.
Se cuentan muchas leyendas de este Castillo. Dos de ellas son que hay un tesoro escondido entre sus muros, cuyo lugar exacto se desvelará únicamente a quién sea capaz de comer una granada sin desperdiciar un solo grano, sentado en lo alto de la torre del homenaje a las doce en punto y en una Noche de San Juan. Otra leyenda, basada en amores imposibles, cuenta como a media noche puede verse la sombre de un guerrero haciendo la ronda, esperando la vuelta de un amor perdido para siempre.