Hace unos días tuve la oportunidad, invitado por el Instituto de Empresa, de asistir en Madrid a una comida presidida por el Vice Primer Ministro de Singapur, también Ministro de Finanzas y Ministro de Recursos Humanos, Tharman Shanmugaratnam.
Antes de ocupar los cargos políticos que comentaba, estudió en la London School of Economics, obtuvo un Master en Administración Pública en Harvard y desarrolló la primera parte de su carrera en el Monetary Authority of Singapore, del que llegó a ser CEO. De ahí pasó a presidir el International Monetary and Financial Committee, organismo interno del IMF y desde 2007 es Ministro de Finanzas de Singapur.
Fue una comida muy agradable, durante la cual nos estuvo contando su visión sobre el proceso por el que atravesamos en el mundo y estuvo compartiendo con nosotros sus razonamientos. Además con el mérito añadido de, tal y como bien demostró durante la charla, no tenerla preparada. Nos dijo que venía preparado para dirigirse a una audiencia de estudiantes de Post Grado y se encontró con una audiencia de empresarios y gestores. Habló durante algo más de una hora de una manera clara, concisa y perfectamente organizada y en ningún momento miró un papel, un guión o algo que se le pareciera.
Voy a intentar en los próximos párrafos, resumir de todo aquello de lo que nos estuvo comentando.
De lo primero que nos habló fue de la necesidad e importancia de la confianza, para poder generar crecimiento. Si no hay confianza entre los ciudadanos tanto de los Estados Unidos de América, como de Europa, será muy difícil volver a construir crecimiento a largo plazo. Y de qué manera está evidenciándose en estos días especialmente!.
Una vez aclarada la importancia de la confianza, hay tener claro también que el mundo es cada vez más un mundo global. Pero la globalización conlleva un gran riesgo que pocos parecen estar teniendo en cuenta: el juego de ganadores y perdedores. Hablar de un mundo global es hablar de un mundo en competencia. Y especialmente en estos momentos, en feroz competencia por unos recursos que cada vez aparecen como más limitados. Y si los políticos no intervienen con clarividencia en este proceso, la consecuencia podría ser muy negativa. En un entorno global, no se debe poner a la sociedad y en particular las diferentes sociedades nacionales, en manos de sistemas financieros desregulados, donde son los especuladores quienes mejor campan a sus anchas. La Ley debe intervenir para proteger el futuro de los ciudadanos y hacerlo sin ser excesivamente intervencionista.
Nos enfrentamos claramente a un momento de gran cambio en la forma de entender las relaciones sociales, económicas y políticas en el mundo. Algo que, mientras lo oía, me hacía recordar los finales del siglo XVIII, cuando el mundo se encontraba en tan poco tiempo con cambios tan radicales y que luego transformaron la sociedad hasta convertirla en la que nosotros, 250 años después, seguimos conociendo. Parece que se está cerrando este ciclo que se abrió entonces y se comienza a vislumbrar el arranque de otro nuevo.
Pero volvamos al discurso de Mr. Shanmugaratnam. Los gobiernos deberían adelantar a las empresas y a los mercados con la oportunidad de la crisis.Deberían aportar un mucho mayor protagonismo, pero con unas ideas mucho más claras de lo que las tienen. Los países emergentes tienen serios problemas estructurales, algo perfectamente conocido y los países desarrollados tienen en una amplia mayoría, enormes problemas financieros a corto y largo plazo y también grandes problemas demográficos.
Llegados a este punto es cuando se produce la discusión entre austeridad y crecimiento. Pero se debería ir más adelante. No hay que ser tan simplista. No se trata de plantear sólo políticas dirigidas a fomentar la demanda o el consumo, esto es algo que está demostrando no funcionar. Y tampoco políticas dirigidas a construir, modificar o reformar las infraestructuras. También está demostrando ser algo que no funciona.
Se trata de trabajar en el corto plazo, con visión de largo plazo. Para eso hay que poner en el centro al individuo. Al ciudadano. Hay que desarrollar la competitividad, fomentar la creatividad –que como muy bien decía Einstein sólo nace cuando se está bajo el influjo de potentes crisis- , y modificar el planteamiento de los Estados que se ven sólo actuando sobre estímulos fiscales, estímulos de liquidez y aceptación de déficits fiscales.
Una vez más, se trata de poner al individuo en el centro. Si hay algo a lo que no se puede renunciar a la hora de hablar de la globalización, es a la personalidad de cada uno de los Estados y con ella, a la de cada uno de los ciudadanos que conforman esos Estados únicos y hay que trabajar con la visión de un proyecto social y económico, no sólo competitivo.
El viejo juego debería quedar claro que ha quedado superado. El mercado no puede, ni debe ser, quien establezca las reglas. Ha quedado más que claro que es algo demasiado injusto. Y los individuos, cada vez más conscientes del poder que en ellos individualmente reside, están siendo cada vez más testigos activos de ello. No podemos pensar que la pasividad que hasta ahora se ha visto, vaya a ser la tónica general en el futuro.
Los Estados han de comenzar a plantearse ser activos en áreas en las que actualmente no lo están siendo:
1.- Fomentar la movilidad social. Esto afecta tanto a la educación, el entretenimiento y las diferentes oportunidades laborales y familiares.
2.- Invertir en personas: aprovechar las oportunidades y no los títulos de formación
3.- Promover las culturas propias y allí donde no existan, desarrollarlas.
4.- Focalizarse en las capacidades que crean valor, las que sean más únicas
5.- Fomentar la unidad social entre las personas
Estamos jugándonos nuestra futura riqueza. Hay que aprender a volver a redistribuir. Y en eso los Estados han de jugar un papel que hasta ahora han intentado evitar por las malas experiencias tenidas en el siglo XX. Pero si se pretende triunfar, resolver los problemas a los que nos enfrentamos y dar una opción al futuro en paz y cohesión, hay que centrarse en la comunidad, en el individuo y en la realidad que nos rodea.
Y tener presente que la historia es un activo para los países y las comunidades, indudablemente, pero también puede ser un problema si no se maneja inteligentemente.
No se puede perder el foco en potenciar las clases medias y en también fomentar las infraestructuras que facilitan el crecimiento y expansión de estas clases medias. Estamos frente al cambio de un gran ciclo y quienes soportaran ese cambio de una mejor manera serán sin lugar a dudas las clases medias. China en este sentido, podría llegar a ser un gran problema.
Los jóvenes hay que verlos como un dividendo demográfico. Pero… ¿están preparados? ¿se están preparando?
La India, de quien tanto se habla como el país del futuro, tiene también un enorme problema potencial: sólo un 50% de sus jóvenes puede acceder a formación superior. Y esto es algo que ocurre en Africa, en Latinoamérica y en todos los países árabes.
Dejemos estos comentarios para la reflexión de cada uno…
Fue una magnífica comida y una oportunidad para conocer a un hombre que me pareció realmente extraordinario.