Con ocasión de la Fiesta de la Virgen del Pilar y como fue día de fiesta en España, aprovechamos para, finalmente poder conocer la bellísima finca que en las Landas francesas, a pocos kilómetros de Biarritz, tienen mi querido amigo Juan Manuel Cremades y su esposa, Miriam Sánchez Ocaña. Nos habían invitado en multitud de ocasiones, pero la verdad es que hasta esta fecha no había tenido la oportunidad de escaparme a conocerla.
Nos subimos en la Push-Pull de Iñigo, una Cessna bimotor que se hizo muy famosa por su seguridad y resistencia en la Guerra del Vietnam y que luego se convirtió en unos de los aviones más seguros para aviación civil particular. Hacía tiempo que no pilotaba y la verdad es que fue un placer volver a hacerlo. Especialmente en un avión como este, que ofrece unas sensaciones tan particulares.
Fue lo que se dice un viaje relámpago. Salimos el jueves por la mañana y el viernes por la tarde ya estábamos de vuelta. Aterrizamos en Pamplona, porque San Sebastián ese día estaba cerrado y no pudimos hacerlo tampoco en Biarritz, lo que nos permitió probar unos increíbles pimientos del piquillo en Pamplona, cenar en casa de Juan Manuel en Francia, darme un largo paseo desde antes del amanecer por el campo para ver y oír ladrar los corzos, primero entre los campos recién cosechados de girasol y después escondidos entre la frondosidad de unos bosques que en España nos dan envidia y finalmente despegar de Pamplona de nuevo, sobrevolar y contemplar Segovia, su Catedral y su Alcazar desde el aire y, como decía, dormir de nuevo en casa, el viernes por la noche.
Y me vine además con un buen cargamento de quesos y un buen cargamento de foie y patés. No hay que olvidar que es precisamente en esa zona de Francia donde se elaboran los mejores foies y los mejores patés.