Para un pequeño o mediano empresario en estos tiempos… ¿es fácil sobrevivir?
Van pasando los días.
Van pasando las semanas. Van pasando los meses… ya son años los que pasan.
Llevamos años en esta crisis económica, luchando por un día a día en el que no hay cuartel. En una batalla que no tiene descanso. Si no te mantienes en pie, si no luchas, no sobrevives. Y muchas veces, aun luchando, ni siquiera así sobrevives. Una de las más crueles realidades a las que hay que enfrentarse en estos tiempos es a la carencia de sentido común. Las decisiones muchas veces ya no se toman apoyadas en el sentido común y eso a los empresarios nos afecta de una manera muy directa. Especialmente en todo lo relacionado con la financiación. Pero hay que seguir adelante.
Y… al mismo tiempo que sobrevives, tienes que crecer.
Queremos crecer y podemos crecer. Estamos creciendo.
Cada día que arranca, tienes que planteártelo como un día en el que todo arranca de nuevo. Como si fuera el mejor día de tu vida.
Es una batalla diaria.
Pagamos las facturas como podemos. Contratamos los profesionales que podemos. Mientras tanto, entramos en los mercados internacionales sin miedo y con las ganas de llegar a ser los primeros. Somos pequeños. Nos equivocamos. A veces perdemos el tiempo y muchas veces también, por todas estas circunstancias, perdemos oportunidades. Pero seguimos luchando.
Esta semana próxima estaremos presentes en la Feria de Licencias más importantes del mercado americano, en Las Vegas, Nevada presentando una vez más a Pocoyo y buscando cerrar nuevos contratos.
Hoy he leído que PRISA, la empresa editorial, ha conseguido de nuevo refinanciar su deuda. Son afortunados. Me alegro por ellos. Han encontrado el apoyo que necesitaban. Siguen en el campo de batalla.
Nuestro negocio no es como el negocio editorial que parece que tiene un futuro complicado por la transformación que las nuevas tecnologías están forzando. Nosotros estamos en el centro y en el corazón mismo de este huracán de cambio y creemos que tenemos un futuro brillante. Sin embargo, encontramos muchas, muchísimas dificultades para recibir el apoyo que necesitamos.
¿Nos vamos a rendir?
No. No nos vamos a rendir. Seguimos luchando.
Esta semana pasada, en uno de esos momentos frenéticos que vivimos en casi todos y cada uno de nuestros días, le dije a un interlocutor que para matarnos iban a tener que clavarnos un cuchillo en el centro del corazón. Que mientras que eso no ocurriera, seguiríamos luchando. Creo que se quedó un poco sorprendido. Pero, la verdad, es que le transmití exactamente lo que pienso.
No nos vamos a dejar llevar por la corriente. La corriente empuja hacia abajo. Lo hace con una enorme fuerza. Pero seguimos resistiendo.
Y lo que es mucho mejor, seguimos avanzando.
Hace ya muchos años, tuve que luchar contra la corriente del Allagash River en Maine empujando nuestras canoas con largas varas de madera con el objetivo de llegar hasta el Allagash Lake. ¡Qué buen aprendizaje para todos estos años de pelea!. El objetivo era alcanzar el Allagash Lake, donde pasaríamos unos días descansando. Un lugar realmente espectacular, donde vivíamos confundidos entre la naturaleza y los animales.
En esa subida río arriba había veces que la fuerza de la corriente se convertía en insalvable. No podíamos avanzar porque la pendiente del río y la fuerza del agua se convertía en arrolladora o porque había que sortear pequeñas cataratas. Cuando eso nos pasaba vaciábamos las canoas, cargábamos sobre nuestras espaldas todo lo que llevábamos con nosotros para sobrevivir y sorteábamos el problema.
Esto es básicamente lo que ahora estamos haciendo. Lo que llevamos años haciendo. En contra de todas las dificultades. Como muchos pequeños empresarios y como muchas pequeñas empresas están haciendo en todo el mundo.
¡Adelante!
Al final del trayecto estaba el Lago. Y una vez en el Lago tuve la oportunidad de vivir uno de los momentos más bellos de mi vida: la contemplación del cometa Halley en una noche clara, llena de estrellas.