Hace un par de semanas comí con un amigo al que veo con regularidad. Me llamó mucho la atención un comentario que me hizo mientras hablábamos acerca de sus estrategias de inversión. Me dijo: “O la situación cambia pronto o los problemas de la economía y de Europa en general, empezarán a ser cada vez más complicados. Llevo ya varios años invirtiendo sólo en economía financiera, sin querer saber nada de la economía real y me ha ido muy bien. Menos mal que no he invertido en economía real. Pero me empiezo a preocupar… Esto no debería ser así!”
Han pasado ya más de cinco años desde que esta crisis que estamos viviendo empezó y no parece que desde entonces las cosas estén mejorando mucho. Estamos en Mayo de 2013. En Septiembre habrán pasado seis años desde la caída de Lehman Brothers. En Europa durante mucho tiempo los políticos se empeñaron en negar la realidad. No puedo dejar de olvidar los comentarios de Jean Claude Trichet cuando era Director del Banco Central Europeo: subía los tipos de interés y hablaba de su preocupación por la inflación, cuando la economía real llevaba ya meses y meses completamente parada. El problema que vivíamos en la calle era la falta de demanda y poder acceder a un crédito para financiar el circulante de nuestras empresas. No eran patentes todavía los problemas de la Banca. Pero el Presidente del BCE se empeñaba en hablar del peligro de la inflación y ver una realidad absolutamente contraria a la que veíamos los que estamos en la economía real, no en la economía financiera. La falta de demanda es cada vez mayor y los Bancos siguen sin poder o sin querer dar crédito para que la economía fluya.
Me parece que estamos viviendo en España una serie de hechos que guardan enormes similitudes con el mundo que conocieron los franceses de finales del siglo XVIII. Una clase dominante, la clase política, completamente alejada de la realidad, muy similar en su poder a los estamentos superiores de la Edad Media; una ciudadanía con problemas cada vez mayores para encontrar sentido a su futuro, la clase media, cada vez menos existente porque ha sido empobrecida y desprovista del acceso a unos trabajos y a unas vías de financiación en los que durante años ha confiado y, finalmente, una población rural muy ajena a la realidad que se vive en el resto del país.
Las mayores diferencias con el siglo XVIII francés son, desde mi punto de vista, dos. Una que afecta positivamente con respecto a nuestra situación actual y otra que, sin embargo, lo hace negativamente. La parte positiva es que en el caso de los que viven en el campo y del campo, su situación ha mejorado notablemente con respecto a la situación en la que vivían en 1,783. En Europa, desde hace decenas de años, los diferentes gobiernos que han ido sucediéndose se han preocupado de ir subvencionando el negocio relacionado con el campo, hasta el punto de que ha sido muy rentable incluso hasta sembrar y luego no recoger. O simplemente dejar las tierras yermas. Me refiero al hablar de este grupo de aquellos que tienen tierras, no de los asalariados del campo, que se encontrarían hoy en día catalogados entre la ciudadanía: viven en el campo, pero son completamente equivalentes a los ciudadanos que viven de sus salarios en las ciudades. Tienen, con respecto a los que viven en ciudades normalmente salarios más bajos, pero costes mucho más bajos y capacidad de encontrar vías alternativas de suministro.
La parte negativa es que la población ciudadana es hoy infinitamente superior a la de Francia en los finales del XVIII.
Una vez más, doscientos años más tarde, la Historia parece que se vuelve a repetir. Y, por cierto, algo parecido ocurrió también cuando el Imperio Romano empezó a venirse abajo.
No quiero ser tremendista, ni tampoco negativo. Pero realmente 6 Millones de parados son muchas familias sin ingresos regulares y sobre todo, muchas familias sin esperanza. Muchos jóvenes sin futuro, muchos adultos sin capacidad de encontrar soluciones para sus familias, perdiendo trabajos, hogares, inversiones y sus propias familias y muchos jubilados con un futuro realmente muy complicado cuando llega el atardecer de su vida. Y lo que es todavía peor, un sistema en el que habíamos confiado, probablemente demasiado, que no funciona y lo que no parece que tenga visos de que vaya a funcionar en un futuro cercano. Y cuando digo un futuro cercano pienso en diez o en quince años.
Para los jóvenes existe la posibilidad de salir a buscar futuro en otros países. Los mejores ya lo están haciendo o ya lo han hecho. Muchos de ellos nunca volverán. Quizá lo hagan en algunas Navidades o alguna semana en vacaciones para que sus descendientes conozcan las que fueron sus raíces. De hecho es lo que está pasando ahora con muchos de los que tuvieron que salir de España en la primera mitad del siglo XX, que ahora vuelven enriquecidos y a poner algo de sus ahorros en activos españoles. Nuestro gobierno aplica un eufemismo a este drama nacional. Hablan de “movilidad exterior” y de “intercambio” porque también vienen a España algunos estudiantes. La realidad es que los que se movilizan por nuestra parte son profesionales formados, con altas capacidades, que nunca o casi nunca volverán y esos que vienen, en “intercambio” lo hacen para pasar unos meses y aprender un idioma que se ha convertido ya en el más hablado del mundo.
Esto es lo que ocurre en la economía real.
¿Qué ocurre en la economía financiera? Todo parece que va bien. Wall Street está en máximos de nuevo y el dinero parece fluir. Han bajado los tipos de interés al 0,5% -algo que nunca llegaremos a conocer los ciudadanos-; las subastas de letras del Tesoro se colocan más baratas –sin embargo los ciudadanos seguimos sin ser capaces de conseguir crédito y tampoco somos capaces de refinanciar el que tenemos-; se habla de toneladas de dinero en efectivo en los Balances de Bancos y grandes empresas –y los ciudadanos no sabemos dónde encontraremos el dinero para pagar nuestros gastos del mes que viene-; el PIB baja un 1% -mientras que nuestros negocios o nuestros ingresos los hacen a ritmos superiores al 50%, si no han desaparecido del todo-; nos dicen que la recuperación llegará en 2014, como antes nos dijeron en 2013, o también en 2012… -para una gran parte de los ciudadanos no sólo no se prevé ninguna recuperación, si no que el planteamiento es si seremos capaces de construir un futuro con lo que nos está quedando y cómo conseguiremos sobrevivir los próximos años-; nos hablan de mejorar las Leyes para apoyar a los pequeños empresarios, pero es algo de lo que llevamos oyendo hablar desde hace más de cuatro años, y nada se ha producido…
Y así podríamos escribir, escribir y escribir…
Esto es lo que ocurre en la economía financiera.
Estoy convencido que los políticos que nos gobiernan actualmente están además realmente preocupados e intentando encontrar soluciones a las increíbles barbaridades que se han venido haciendo durante años. Pero estoy convencido también que están asustados y en muchas de las decisiones que deberían tomar, bloqueados. He leído la contestación de la Sra. Santamaría a la Sra. Aguirre cuando la segunda reclamaba actuaciones y recortes en el gasto público. La Sra. Santamaría le decía que en estos años han suprimido más de 300,000 puestos de trabajo en la Administración y habían conseguido llevar el número de empleados públicos a la cifra con la que arrancó el Gobierno Zapatero. No está mal desde luego. Está claro que están gestionando, si estas cifras son reales y está claro también que la era Zapatero no pasará a la Historia de España como algo positivo para el país. Pero también está claro que todo lo que queda por hacer es mucho y no parece que en esta legislatura, en la que el partido en el poder cuenta con mayoría absoluta, lo vaya a poder hacer. Y cuando llegue la siguiente legislatura, en la que no habrá ya mayorías definidas, empezarán los problemas y las tensiones. Y mucho me temo que serán importantes.
No sé cómo lo van a lograr y ni siquiera sé si van a ser capaces de lograrlo. Pero desde luego estoy seguro que no lo lograrán trabajando “en negativo”: con impuestos directos e indirectos. Parece que es algo que está quedando patente con los resultados que se están obteniendo de hacerlo y parece también que hay voluntad de cambio en ese modelo. Ojalá que para cuando se produzca el cambio podamos estar todavía en activo.
Hay que fomentar el desarrollo del talento, de la creatividad y el deseo de crear empresa. Hay que fomentar y poner en valor la capacidad de asumir riesgos. El deseo de intentar volar solos. Y en vez de poner en la picota a los empresarios y a los “ricos” cada vez que los resultados electorales se tuercen, fomentar que estos acudan a España a trabajar, a crear empresa y a crear riqueza y también, que acudan a jubilarse y a gastar entre nosotros los que ahorraron en sus años de actividad.
Pero para esto hay que preocuparse por la economía real, no por la economía financiera.
En la economía financiera lo importante es el corto plazo: que se coloque la siguiente Subasta de Letras y podamos llegar más o menos bien a las siguientes elecciones. En la economía real lo importante es el largo plazo. Que las decisiones que tomas hoy, justifiquen un futuro.
Es interesante leer la reciente carta publicada por Jeremy Grantham, gestor y fundador de GMO, gestora norteamericana que actualmente gestiona más de 110 Billones de Dólares. Su opinión acerca de lo que considera que estamos haciendo con el mundo que nos rodea y acerca de la manera en que gestionamos nuestra civilización es realmente estremecedora. No es un cualquiera el que opina.