Organizado por el Grupo Banco Espirito Santo, por EDP, Accenture, Ericsson, My Change y SAP se ha convocado una reunión en el Hotel Vidago Palace, a pocos kilómetros de Oporto con el objetivo de reflexionar sobre la relación y los caminos entre Portugal y España y para hablar de nuevos modelos de negocio.
Crisis económica, cohesión social, futuro incierto, medidas adoptadas, déficit, recortes… El panorama mirando hacia atrás ha sido sin lugar a dudas difícil. Así lo estamos experimentando los ciudadanos españoles y los ciudadanos portugueses. Pero parece que se abren expectativas positivas. Es quizá uno de los contenidos en los que más se está incidiendo.
Emilio Lamo de Espinosa, Presidente del Real Instituto Elcano, nos ha estado hablando de un país profundamente desconcertado. «No sabemos lo que nos pasa y eso es lo que nos pasa!«, nos ha dicho, recordando una frase de Ortega y Gasset. Nos ha hablado de una tendencia social a desconfiar profundamente de los políticos y de los gobernantes, de una crisis de la ciudadanía, pero de una crisis moderada que rechaza el uso de la violencia. Ha reflexionado sobre los cambios que nuestra sociedad ha experimentado desde las anteriores grandes crisis: en este caso, la crisis es realmente global. Afecta al mundo entero, algo que hasta ahora no había ocurrido nunca. Es especialmente dura en el ámbito urbano y es la primera vez en la historia en que los habitantes de ciudades superan en número a los que viven en el campo y hoy en día los países que crecen, lo hacen a tasas muy superiores a las tasas a las que crecían antes. A principios del siglo XX, los grandes mercados eran USA y UK. Entonces crecían a tasas de un 1% o de un 2%. China e India llevan años creciendo a tasas superiores al 8%.
Se ha producido una gran divergencia entre los países de Oriente y los de Occidente. En 1,950 el 25% de la población mundial era europea. Hoy es sólo el 8% de la población mundial y en muy poco tiempo no superará el 6%. Lo que resta una enorme capacidad de poder a Europa y cada vez menor control del futuro.
Las tecnologías se difunden cada vez con mayor rapidez. Esa difusión de las tecnologías hace que la productividad se iguale cada vez más entre los diferentes mercados. Cuanta más población, más productividad si la brecha tecnológica ya no es importante. El crecimiento demográfico se convierta en poder. Esta simple reflexión explica que la historia ya no se escribe, ni se escribirá por mucho tiempo, en Occidente. Europa escribió durante muchas generaciones el futuro del mundo. Ahora le toca que otros se la escriban a ella. Este es el mundo al que nos enfrentamos y el futuro que tenemos por delante. Nada como conocerlo para plantearnos como afrontarlo.
Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor de Economía del Instituto de Empresa ha puesto de manifiesto el efecto boomerang que las dificultades por las que atraviesa la economía están teniendo y cómo estamos volviendo al punto del que arrancamos.
Joao César das Neves, de la Universidad Católica Portuguesa, ha reflexionado sobre la evolución de la riqueza en pueblos como los nuestros: portugués y español. Y nos explicaba cómo nunca hasta ahora nos habíamos enfrentado a una situación de crisis de una manera como lo estamos haciendo ahora: desde una posición de riqueza relativa. Lo que sin lugar a dudas ayudará a salir adelante, a pesar del endeudamiento y el estancamiento en el que nuestras economías están sumidas. Sin lugar a dudas, una visión optimista.
Uno de los elementos a reflexionar es desde luego en la quiebra de solidaridad que se ha producido dentro de Europa. En los países del Sur de Europa nos hemos dedicado a gastar, a gastar y a gastar y ahora pedimos a los países del Norte que sean solidarios con nosotros. Hemos claramente hipotecado el futuro de las siguientes generaciones. Para pagar la deuda generada y poder salir de este círculo vicioso de dificultad económica y disminución demográfica, no queda más remedio que plantearse el crecimiento y desarrollo empresarial.
Una vez más, surge la palabra «mágica» que tanto está ultimamente en boca de todos: emprendedores. El futuro sólo nos lo podemos plantear desde una perspectiva empresarial. Para eso hay que llevar la reflexión también a un ámbito empresarial de oferta y demanda. En la línea de la demanda Europa y en particular Portugal y España se tienen que plantear los modelos que quieren ofrecer. En la línea de la oferta hay que plantearse la educación. ¿Cómo y de qué manera queremos educar a nuestra gente para que sea capaz de afrontar el futuro al que nos enfrentamos?
Sólo podrá ser un gran espíritu emprendedor apoyado por los gobiernos, animado por los ciudadanos y empujado por la creatividad, el talento y el deseo de asumir riesgos el que nos saque adelante. O nuestros gobiernos, nuestros políticos y nuestros ciudadanos empiezan a ser conscientes de ello y se empieza a desarrollar toda una política en esta dirección o será muy difícil poder salir pronto de esa boomerang del que nos hablaba el Profesor Martínez Lázaro.
Mañana presentaremos el caso de Zinkia y la evolución de la marca Pocoyó. Hace menos de tres años más del 90% de nuestra cifra de negocio la hacíamos en España. En 2012 ya tan sólo fué un 4% y esperamos dejarlo en tasas cercanas al 1% en los próximos años.