Hace un par de semanas tuve la oportunidad de volar a Bogotá para tener algunas reuniones de trabajo y además participar en una mesa redonda organizada por el Colombia Start Up & Investors Summit. Una iniciativa paralela a la que se está montando en España, el Spain Start Up & Investor Summit y de la que ya he hablado en este Blog en alguna ocasión.
En este caso, organizada por Pablo Santos y su empresa, por Gonzalo Martin Villa y su equipo de Wayra Colombia -que además de en Colombia, están haciendo un trabajo realmente extraordinario en un montón de países- y por el Instituto de Empresa de Madrid, junto con la colaboración de un montón de instituciones colombianas, con el apoyo también del Gobierno Federal de Colombiano, que estuvo representado en la última jornada entre otros por Don Diego Molano Vega, Ministro de las TIC y por Don Sergio Díaz-Granados, Ministro de Comercio, con los que tuvimos después la oportunidad de charlar.
Compartí el tiempo de presentación junto con Gonzalo Martin Villa, Doug Richard, Javier Andrés y Dan Gertsacov. Todos ellos unos profesionales con gran experiencia y sobre todo, con muchas historias que poder contar. Gonzalo es el responsable de Wayra a nivel internacional. En su propia tarjeta se presenta como… Wayra Man. Doug es un conocidísimo inversor y asesor para emprendedores anglosajón, nacido en Los Angeles instalado en Londres desde hace años -por cierto casado con una española- y uno de los primeros participantes como inversor en el famosísimo programa de Televisión producido por la BBC en UK, Dragons Den, dedicado a promover emprendedores. Dan Gertsacov es uno de los fundadores de Google TV y actualmente Fundador de Lenddo.com una gran plataforma de préstamos entre particulares y Javier Andres es el fundador y CEO de Ticketea.com.
Fue la parte profesional del viaje.
No en todos los viajes se puede añadir una parte «personal» o «cultural». En este caso pude hacerlo y menos mal que lo pude hacer! Si no lo hubiera hecho me hubiera perdido el visitar unos lugares realmente atractivos y preciosos.
Como el avión de vuelta lo tenía el Domingo, aprovechamos el Sábado para visitar la ciudad de Bogotá, una bellísima ciudad.
Lo primero que hicimos fue irnos de visita al Cerro Montserrate, el símbolo por excelencia de Bogotá y donde está la Basílica dedicada al Señor de Montserrate. La ciudad de Bogotá está a una altitud de 2.625 metros sobre el nivel del mar. Al subir a este cerro se alcanzan los 3.152 metros de altura sobre el nivel del mar. Hasta cuando subes unas pocas escaleras te das cuenta de lo difícil que se hace para los pulmones.
La subida hasta el Cerro se puede hacer o bien en funicular o en teleférico. Nosotros lo hicimos en teleférico. Las vistas desde arriba de la ciudad son realmente espectaculares. Merece la pena la vista.
Tuvimos además la oportunidad de oír Misa en la Basílica y recibir la Bendición para los peregrinos. Es un lugar especial en Bogotá y para Bogotá.
La imagen de Cristo caído en el suelo, poco tiempo antes de ser crucificado, es estremecedora. Fué realizada en el siglo XVII por un escultor colombiano llamado Pedro de Lugo Albarracín. Los ciudadanos de Bogotá hace siglos que peregrinan subiendo al Cerro para visitarle. Todavía hoy hay quien en vez de subir por los medios mecánicos que nosotros utilizamos, lo hace andando o lo hace corriendo. El record de velocidad de subida parece ser que está en 25 minutos desde donde arranca el teleférico. Y el teleférico, que va por cierto a una gran velocidad, tarda unos 5 o 7 minutos en subir!.
Cuando recibimos la Bendición para los Peregrinos había a nuestro lado algunos que se veía, por su indumentaria y por el estado en el que estaban, que habían subido corriendo. Impresionante.
De ahí nos fuimos a conocer el Museo del Oro. Otra de las grandes maravillas de Bogotá. Más de 30,000 piezas y la colección de orfebrería prehispánica más importante del planeta. Cuando empiezas a recorrer la salas y ver la riqueza de las diferentes piezas, así como la cantidad de todas ellas puedes imaginar perfectamente a esos soldados españoles llegados a América en busca de fortuna y su deseo por descubrir y hacerse con parte de todo ese oro que los habitantes locales habían ido descubriendo y trabajando. Las piezas son algunas de ellas muy bellas y muy llamativas.
Salimos del Museo del Oro y nos encontramos ante una plaza con unos grandes contrastes. En frente tres Iglesias claramente antiguas y a los lados unos edificios altos y modernos que llaman la atención y desde luego despertaron mi curiosidad. ¿Qué era esa Plaza?
Hoy se llama el Parque Santander, en honor y recuerdo a Francisco de Paula Santander, uno de los grandes protagonistas en la independencia de Colombia. El General Santander fue pieza fundamental y necesaria para Bolívar en su victoría en la Batalla de Boyacá en 1,819.
La Plaza anteriormente se llamaba Plaza de las Hierbas, por ser ahí donde se concentraba el mercado. Hay voces que dicen que es en esta plaza en torno a la cual se organizó la fundación de la ciudad de Santa Fe de Bogotá. En sus alrededores se asentaron algunos de los conquistadores españoles y fué ahí donde, entre otros, Gonzalo Jiménez de Quesada instaló su residencia. Hoy quedan todavía la Iglesia de San Francisco, la Iglesia de la Vera Cruz y la Iglesia de la Tercera. La vista es realmente bella.
Aprovechamos que era Sábado por la tarde y la Iglesia de San Francisco estaba abierta para hacer una visita. Fué una Iglesia fundada en 1,557 y entregada ya entonces a los Frailes Franciscanos por el arzobispo Juan de los Barrios, que también era Franciscano.
Un personaje, Fray Juan de los Barrios, de una gran fuerza e integridad.
Fué nombrado Obispo en 1547 a petición del Emperador Carlos I de España por Pablo III. Este Papa, entre otras cosas, fue el que aprobó la Compañía de Jesús, creó el Santo Oficio más tarde conocido como la Inquisición y convocó y celebró el Concilio de Trento.
Llegó Fray Juan de los Barros a Santa Marta en 1,553 y de allí viajó hasta lo que ya entonces era la capital del Nuevo Reino de Granada. Fue el primer Obispo en instalarse en Santa Fe de Bogotá. Venía de España con instrucciones claras del Emperador para hacer cumplir las Leyes Nuevas y eso le hizo enfrentarse de una manera muy dura con las autoridades civiles. Las Leyes Nuevas buscaban proteger a los indios de la tiranía que muchos encomenderos utilizaban para con ellos. Donó su casa para que se construyera un Hospital para los pobres y necesitados. Fue un hombre incansable en alcanzar sus objetivos. Mandó construir la primera Catedral que tendría la ciudad, invirtió todo el dinero que pudo en su construcción y tras 12 años de trabajo, con toda la Catedral terminada, esta se desplomó el día antes de ser inaugurada. Su reacción fue la de ir él mismo a la cantera que estaba a las afueras de la ciudad y traer sobre sus hombros la que sería la primera piedra de la hoy Catedral Primada de Bogotá. Fué también el primero en ordenar a un mestizo sacerdote, algo que en su época le atrajo importantes críticas internas de sus propios compatriotas y compañeros.
Pero volvamos a la Iglesia de San Francisco.
Mi asombro por la calidad de sus interiores fue total. ¡Qué maravilla!
En esta foto se puede ver un detalle lateral del Altar Mayor, con el Retablo diseñado por Ignacio García de Ascucha en 1623 y terminado en 1633 por Lorenzo Hernández de la Cámara. Ya en su momento, cuando se realizó, el coste de la obra fue carísimo y así quedó constancia en los archivos. Y somos unos afortunados pudiendo disfrutarlo casi 400 años después. Es importante fijarse también en la calidad y el trabajo del artesonado en los techos de la Iglesia. Algo hoy en día casi imposible de encontrar en el buen estado en el que están estos. Hacen recordar los magníficos trabajos mozárabes en España.
Junto al Altar Mayor, en una nave adyacente, está la Capilla dedicada a la Inmaculada, que se terminó en 1,610. Algunos de sus elementos decorativos son posteriores, pero todavía del siglo XVIII. Realmente bella.
Pegada a la Iglesia de San Francisco y en tiempos pasados parte de ella misma, está la Iglesia de la Vera Cruz. Una pequeña Iglesia que estaba cerrada y no pudimos visitar. En ella están enterrados algunos de los más importantes luchadores por la independencia de Colombia. Era la Hermandad de la Veracruz quien se encargaba de asistir en los momentos finales a aquellos que iban a ser ajusticiados.
Y al lado de esta segunda Iglesia, la Iglesia de la Orden Tercera que en su pared trasera luce una enorme lápida que no me pude resistir fotografiar y que aquí reproduzco.
Todo este conjunto arquitectónico tan especial, flanqueados en los laterales por un lado por el Edificio Avianca que cuando se terminó, en 1,969, era el edificio más alto de todo Sudamérica y por la sede del Banco de la República.
Al lado del Edificio Avianca hay, por cierto, un pequeño mercado de artesanía con multitud de puestos y al lado de este pequeño y coqueto mercado, el Centro Comercial La Casona del Museo, que recomiendo vivamente. Un conjunto de tiendas con piezas artesanales con un gusto exquisito.
Se nos empezaba a hacer de noche y todavía queríamos conocer el Barrio de La Candelaria. La auténtica cuna desde donde nació y se desarrolló Santa Fe de Bogotá. Estábamos a pocos metros de distancia, pero ya teníamos que ir en coche y darnos prisa.
La sorpresa fué una vez más, mayúscula.
Pudimos aparcar el coche junto a lo que se llama el Chorro de Quevedo -en recuerdo al Dominico Padre Quevedo que instaló en ella una Fuente- y pasear por la zona para conocerla de una forma directa.
Es en esta Plaza desde donde dicen que en su día el Zipa Muisca observaba la Sabana de Bogotá y es aquí también donde el mismo Gonzalo Jiménez de Quesada -del que hablaba al hablar de el Parque Santander o antes Plaza de las Hierbas- fundó la ciudad.
En la misma entrada de la Plaza está la pequeña y bellísima Capilla de San Miguel del Príncipe, reconstruida en 1969 sobre donde se celebró la primera Misa en Santa Fe de Bogotá.
Todo el barrio de La Candelaria es una explosión de vida, de gente joven y de personas yendo a un lado y a otro.
Pegado a la Iglesia de San Miguel del Príncipe, en la misma Plazuela, existe la costumbre de que quien quiera, puede ir a contar sus historias. Los «cuenteros«, como les llaman en Bogotá.
El éxito que estaban teniendo los que nosotros vimos cuando estábamos allí era importante! Ahí están las imágenes…
Mientras ellos cuentan sus historias la gente se va bebiendo la tradicional chicha colombiana y disfruta de la temperatura al aire libre.
Todas las casas de los alrededores se han ido convirtiendo en cafes, en pequeños teatros y pequeños restaurantes donde disfrutar y olvidar por un momento que nos encontramos en una de las urbes más grandes del mundo.
Mi experiencia en Bogotá ha sido corta, pero ha sido muy intensa.
Me quedé sin conocer la Catedral y sin poder pasear más tranquilamente por el centro.
Merece la pena volver.
Espero poder hacerlo pronto y tener además la oportunidad de visitar el resto del país. Al menos una parte de el!!!.